“Capital nica”: ¿quién es quién?

“Capital nica”: ¿quién es quién?
Grupos económicos vuelven a escena: los mismos apellidos de los 70, algunos actores nuevos, y más diversificados
El debate no debería ser ¿cuántos activos tienen?, sino cuánto invierten y qué hacen para modernizar el país
En el registro de grandes contribuyentes del fisco, más bien los consideran “grandes retenedores’

Iván Olivares

Catorce años después de haberse reinstaurado la economía de libre empresa en el país, el horizonte empresarial comienza a parecerse más al de la década de los 70, con un pequeño listado de grupos económicos consolidando una posición hegemónica.

Algunos de los apellidos que dominaban el escenario empresarial siguen siendo los mismos, —el Grupo Pellas, por ejemplo— aunque los rostros hayan cambiado, pero también hay nuevos actores. Las actividades en las que se sustenta nuestra economía, que hace tres décadas giraba en torno a la agro exportación, se está reorientando hacia un amplio predominio de los sectores comercial y de servicio.

“La economía giraba antes en torno a tres bancos: el Banco de América (asociado a los Pellas), el Banco Nicaragüense que representaba a empresarios de occidente y algunos capitales de Managua, así como el Caley Dagnall, sin olvidar al Grupo Somoza que jugaba con los dados cargados”, recordó el economista José Luis Medal.

Como era de esperarse, muchas cosas cambiaron en tres décadas y media, porque la economía pasó de una fuerte orientación agroexportadora (con los Pellas en el negocio agroindustrial y exportador; el BANIC vinculado al algodón y el Caley Dagnall financiando el café) a otra donde lo que cuenta es importar.

“En los 90 la economía se vuelve más importadora que productora, debido a que fue dinamizada por la cooperación internacional y las remesas familiares, lo que motivó una reconstitución de los grupos empresariales”, observó Medal.

“Más de la mitad de la actividad económica del país fluye a través de los conductos comerciales o financieros de los cinco grupos principales del país. Todo está ligado a ellos”, dijo un catedrático que pidió omitir su nombre.

“Cada vez que un ciudadano se levanta por las mañanas y enciende su radio, se toma un café y usa un taxi para ir a su trabajo está generando ganancias a esos grupos porque tienen intereses en la electricidad, el azúcar, el café y hasta el taxi fue financiado por algún banco” o estuvo en un almacén de depósito al entrar al país, recordó la fuente.

Apertura del mercado

Lejos de las discusiones académicas que ensalzan las bondades o critican la existencia de grupos empresariales en las economías en desarrollo, las firmas y conglomerados más grandes del país hacen negocios todos los días buscando cómo fortalecer más su posición en el mercado a medida que caen las fronteras.

Su fórmula para lograrlo pasa por estrategias comunes como ampliar su presencia en el territorio abriendo nuevas sucursales o ampliando la variedad de sus productos y servicios, pero el proceso de globalización, que en la región también se llaman Unión Aduanera, ALCA y CAFTA, los ha llevado a adoptar decisiones más trascendentales.

La más importante parece ser la que un estudioso consultado por Confidencial llama “internacionalización de los capitales”, medida tomada como una forma efectiva de diversificar el riesgo.

“Lo hacen como una estrategia de diversificación para minimizar el riesgo en su operación principal ante la eventualidad que los afecte un desastre natural, un problema político o una crisis financiera”, dijo el experto.

Esas iniciativas dieron pie a la venta o intercambio de acciones como las ocurridas entre la Embotelladora MILCA y Panamco, las de la Compañía Cervecera de Nicaragua y el Consorcio Cervecero Centroamericano, además de otras como NICACEL y BellSouth o la ampliación de varios bancos nicaragüenses que ahora tienen presencia centroamericana.

Esa “internacionalización” tiene otro objetivo: prepararse para aprovechar las oportunidades que significará el TLC con Estados Unidos y para enfrentar los retos que planteará ese acuerdo comercial.

Todos los empresarios entrevistados dijeron a Confidencial que ven al CAFTA como una oportunidad, y que están preparados para enfrentarlo, cada uno a su manera: desde los bancos que preparan servicios financieros para los diversos tipos de empresas que comenzarán a operar en la región, hasta el distribuidor de alimentos que se ve comprando en EE. UU. nuevos productos a precios más bajos.

Grupos económicos

Carlos R. Lacayo y Carlos Pellas

Presentes en campos tan diversos como la generación de energía, las finanzas, la agricultura y la publicidad, los más conocidos y antiguos grupos empresariales nicaragüenses están por lo general asociados a un apellido más que a una marca, lo que refuerza el sistema patriarcal con que parecen funcionar.

Así, los supermercados La Colonia están ligados al apellido Mántica, del mismo modo que Banpro lo está a Ortiz, Bancentro a Zamora, OCAL a Lacayo y el Ingenio San Antonio, Credomatic y BAC a Pellas.
“Los apellidos que hay ahora en las juntas directivas de los bancos, con algunas variantes, son los mismos de los años “70”, dijo el economista Medal, nombrando entre las “novedades” al apellido Zamora en Lafise.

Otros académicos consultados pro Confidencial, recurren a una definición conceptual para describir a los Grupos económicos. “Para que se le considere Grupo debe haber una diversificación entre varias empresas con distintos niveles de riesgo. No es un Grupo el que arriesga todo en un solo tipo de negocio”, dice José Exprúa, Decano del INCAE.

Su colega Eduardo García, Decano de Administración de Empresas y Mercadeo de la UAM coincide con él al considerar Grupo empresarial únicamente a “aquellos que están diversificados”.

¿Significa eso que los conglomerados construidos alrededor de una entidad bancaria no son grupos?

La respuesta no está clara si atendemos lo que dicen los interesados: dos de ellos (BAC y Bancentro) tienen una clara imagen de sí mismos como grupos de empresas, mientras que los otros dos (Banpro y Banco Uno) no parecen estar totalmente cómodos con esa definición.

En lo que todos los entrevistados están de acuerdo es en describir al Grupo Pellas como el más grande del país. “Por el peso de sus actividades económicas, el capital de Grupo Pellas, quizás es el único que entra en la liga de los pesos pesados de Centroamérica,” indicó un profesor del INCAE.

A defender territorio

Inmersos en una realidad latinoamericana tercermundista, la mayoría de los empresarios nicaragüenses ha tenido que remar con especial fuerza para establecerse en una economía en la que todo está por hacer, lo que otorga demasiadas ventajas.

Pero eso parece estar pronto a terminar gracias a la globalización, lo que en teoría podría significar la llegada de competidores con más experiencia o recursos, buscando conquistar un pedazo del mercado.

“Los cambios económicos regionales hacen difícil manejar negocios que son muy disímiles, y esto es válido tanto en Estados Unidos como en Europa, ya no se diga aquí, y por eso vemos a muchos saliéndose de algunos negocios”, dijo otro catedrático que prefirió no ser identificado.

Con todo, la alternativa de “salirse” no es siempre viable, en vista del escaso desarrollo de nuestros mercados de capitales, por lo que muchos se quedan contra viento y marea, luchando en varios frentes a la vez.
“El costo es mayor que el beneficio entre más abierta sea la economía y mayor la competencia, porque es más complicado administrar diversas compañías”, añadió este experto.

Ante la realidad de su existencia, García, de la UAM, prefiere ver el lado amable de las cosas: es bueno que existan porque “los Grupos crean empleos”, pero Exprúa, del INCAE, preferiría una especie de lucha de titanes al considerar que “las economías en desarrollo necesitan Grupos fuertes, grandes, que compitan entre sí porque eso resulta más beneficioso para los consumidores”.

Algo así como una batalla entre Pellas y Poma por distintos segmentos del mercado, en vez de ser como ocurre en la actualidad, donde hay un operador fuerte, muy fuerte en algún campo con varios medianos y una pléyade de pequeños luchando por acaparar a los compradores pequeños y convencer a algunos de los medianos o de los grandes.

¿Y cuando lleguen los nietos?

Ajenos a esas discusiones, los empresarios viven su día a día lejanos a otro proceso que los afectará tarde o temprano: el de la sucesión.

“La sucesión familiar es complicada. Generalmente los grupos (cimentados alrededor de un apellido) no pasan de las segunda o tercera generación”, dijo el catedrático.

El empresario Manuel Ignacio Lacayo coincide con ese planteamiento al asegurar que “las empresas familiares no duran más de dos o tres generaciones”, explicando que se trata de una estadística validada a escala global.

La razón parece estar dada en el hecho que la familia tiende a crecer de manera exponencial, mientras la economía lo hace aritméticamente. “La familia crece demasiado, mientras que el negocio no lo hace a la misma velocidad”, por lo que pronto hay más herederos que heredad, en opinión del Decano García.

Explicó que ese fenómeno no se ha presentado de manera muy acentuada en Nicaragua por dos razones: la primera, porque la mayoría de los grupos aún no llega a cumplir el plazo de llegar a manos de una tercera generación.
La segunda, porque la realidad política de los años 80 hizo que muchos empresarios se fueran al exilio, donde encontraron nuevos intereses, a la vez que languidecían los que habían tenido en Nicaragua.

Cuando llegó el tiempo de reclamar lo expropiado no había mucho que recibir, por lo que fue escasa la competencia por los bienes recuperados.

Esa definición parece explicar muy bien lo sucedido con el otrora poderoso Grupo MIL, que llegó a incluir una fábrica de llantas, una financiera en Costa Rica, hoteles en varios países, proyectos agrícolas, acciones en dos bancos, aseguradoras, bienes raíces, cervecerías, importación de autos, fabricación de telas, zapatos, etc., que resultara expropiado por los sandinistas.

Cuando el gobierno de la señora Violeta Barrios de Chamorro se dispuso a devolver las propiedades, Manuel Ignacio Lacayo, uno de los tres herederos del fundador del grupo, tenía poco que esperar: el gobierno les devolvió (a él y a sus hermanas) la Embotelladora Milca, la Nissan y acciones en el Camino Real.

Para entonces, sus hermanas (al igual que él) tenían inversiones en otros países de la región, por lo que sólo él dio la cara por el grupo a nivel local, aunque las decisiones eran compartidas entre los tres.

Para el decano García, vale la pena emular la decisión del salvadoreño Grupo Simán que impuso a sus herederos la obligación de tener no sólo el apellido sino —al menos— una maestría para acceder a los puestos de dirección del negocio, lo que sirve de excelente colador y apuntala la posición de la compañía.

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