Schafik Handal y la Teoría de la situación revolucionaria (II)

Schafik Handal y la Teoría de la situación revolucionaria (II) Roberto Pineda 29 de julio de 2015

7. Condiciones objetivas de la situación revolucionaria en El Salvador en la década de los 60-70 del siglo XX.

Sostiene Schafik que “en la década de los 70 la vanguardia aunque dispersa, mostró una gran capacidad para acelerar el proceso de la situación revolucionaria, no sólo en el terreno de las condiciones subjetivas, sino de empujar los factores objetivos. Todo lo que se hizo durante ese periodo: creación de nuevas formas de movilización popular, surgimiento de la lucha armada, aun cuando no había madurado la situación revolucionaria y no estaba la orden del día la toma del poder, fue una aceleración del proceso.”

No obstante esto, Schafik reconoce autocríticamente que “en el Partido creíamos que aún no era tiempo de iniciar las acciones armadas. Hoy vemos que aquello fue un error y que debimos de haber combinado todas las formas de lucha. De igual manera pensamos, que los compañeros de otras organizaciones que consideraban que no era válida la lucha electoral, también pecaban de creer sólo en la otra posición. Es decir, había que combinarlo todo. Terminaron combinándose todas las formas de lucha.”
“El esfuerzo de iniciar las acciones armadas desde 1970, aun cuando no estaba madura la situación revolucionaria ni los factores objetivos, tuvo una gran importancia a pesar de su nivel… Ahora tenemos claridad de que era completamente correcto y no era prematuro el inicio de las acciones armadas. Esto jugó un papel en la aceleración de las condiciones objetivas de la situación revolucionaria. Y al mismo tiempo fue un factor muy importante para poder potenciar las condiciones subjetivas.”
8. Condiciones subjetivas de la situación revolucionaria en El Salvador en la década de los 70-80 del siglo XX y la unidad del partido.
Considera Schafik que “el cambio que tiene que ver con las condiciones subjetivas se refiere al paso de la conciencia de las masas a la idea de que la solución está vinculada a la toma del poder. Eso no brota de por sí de las masas, es el reflejo del trabajo de la vanguardia y se va haciendo por todas las vías. Se impulsan de hecho, todas las formas de lucha, incluso aquellas en las cuales no hay acuerdo. Estamos hablando de su expresión concreta, de lo que todo eso significa, todas las formas de lucha van a desembocar a lo mismo: a resolver el problema de la toma del poder.”
Valora que la unidad de las cinco organizaciones revolucionarias salvadoreñas “en el terreno de las condiciones subjetivas, este hecho potenció grandemente el movimiento de masas en un sentido revolucionario. El mensaje de estos acuerdos unitarios era muy importante, era el menaje del poder. Y la reacción de las masas frente a la unida fue impresionante.”
Asimismo “otro elemento de la línea de vanguardia en ese periodo fue la construcción del Ejército Político de Masas de la Revolución con las capas más avanzadas, las más comprometidas y conscientes, las más combativas. Esta era una tara clave para poder conducir después a las grandes masas que en el momento de la situación revolucionaria madura se incorporan, inclusiva las más atrasadas y apáticas.”
Señala que “el Ejército Político de Masas de la Revolución surgió disperso, porque fue la respuesta de la vanguardia dispersa, pero se unificó en la CRM (Coordinadora Revolucionaria de Masas). Esta unificación le dio un gran potenciamiento a la capacidad de la vanguardia para conducir la energía insurrecta que desató la situación madura. Sin embargo, no llegaron a concretarse del todo las condiciones subjetivas para la revolución. La vanguardia no logró apoderarse de la concepción de la toma del poder en aquella situación revolucionaria, ni siquiera llegó a tener unanimidad en la apreciación de esta.”
Reconoce que “en el fondo cada una de las cinco organizaciones luchaba por la hegemonía y cada una tenía su propia concepción y apreciación de la situación. No nos pusimos de acuerdo para intentar la toma del poder en medio de la situación revolucionaria madura, habiendo condiciones favorables extraordinarias para ello: la gran fuerza de masas que tenía la revolución y su disposición a jugarse la vida por aquella, es uno de los rasgos que según subraya Lenin, da la medida de cuando está madura la tarea de la toma del poder.”
Subraya que “hay que recordar cómo salía la gente a la calle aunque recién hubiera sido ametrallada, masacrada; pero volvía a salir. ¿Cuál era el mensaje de las masas para la vanguardia? ¡Estamos dispuestos a todo! La vanguardia recién unificada no captó debidamente todas esas señales.”
Además enfatiza que “otra condición extraordinariamente favorable era la división en el seno del enemigo, especialmente del ejército. Hay que recordar que las pugnas siguieron hasta adelantado el año 1980. Llegamos al 10 de enero de ese año (1981) y a pesar de que ya se había debilitado bastante el proceso de división interna del ejército todavía hubo una fracción de militares que se incorporó a la revolución; muy pequeña, por podría haber sido más grande sui la acción se hubiera desatado en un momento anterior.”
Acepta que “en ese periodo el volumen de la actividad revolucionaria, el nivel de los enfrentamientos y acciones armadas que se dieron fue bastante alto; pero también es cierto que la vanguardia no elaboró un plan para el asalto al poder. Y cuando en enero llamó a hacerlo, la situación revolucionaria ya había declinado.”
Agrega que “el ejército revolucionario que se construyó como respuesta a la desatada situación revolucionaria no se basó sólo en los militantes de las organizaciones, sino incorporó a una gran masa quienes no lo eran. Le dimos continuidad, pusimos en marcha un proceso de acumulación, le cerramos al enemigo las posibilidades de darle una salida aunque fuera temporal, a la crisis estructural. De no haber hecho eso, hubieran venido las grandes inversiones norteamericanas para darle reactivación a la economía. Ya estaban en esa camino, en 1980 lanzaron la reforma agraria. Fue una acción muy audaz…”
Y se pregunta: ¿Y por qué a pesar de esa reforma no le dieron salida a la crisis estructural, sino que se mantuvo y sobre esa base siguió latente la situación revolucionaria? Y responde: “por la guerra revolucionaria. También esta es una contribución a la experiencia del movimiento revolucionario latinoamericano. Fue un paso de una gran vitalidad. Estamos a punto de cumplir siete años, desde el 10 de enero de 1981, y nadie en el mundo, ni siquiera nuestros amigos y aliados más identificados, pensaron que podríamos resistir tanto.”
Añade que “de este modo se abrió una nueva situación que tiene que ver con las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución en este periodo. Se da una situación en la que, se desarrolla la guerra revolucionaria y se construye el ejército revolucionario. Se establecen nuevas vinculaciones con las masas. El escenario de la revolución no está en el lugar de esas masas sino en la capital del país y en otras ciudades, pero se traslada al campo…”
Aunque “no para dar origen a un movimiento puramente campesino, sino para desarrollar una guerra revolucionaria en la cual la incorporación de los campesinos juega un papel de gran peso. Esta guerra no tiene el carácter de una guerra agraria…es una guerra revolucionaria porque sus objetivos están en la realización de la revolución democrática antiimperialista hacia el socialismo.”
Haciendo un balance de lo acumulado Schafik plantea que “en 1979-1980 cuando la anterior situación revolucionaria maduró, teníamos un gran movimiento de masas pero no teníamos ejército; había pequeñas unidades de miembros de lucha armada sin que fueran organizaciones de ejército. Todavía esas unidades no se habían enfrentado con el ejército enemigo; el mayor numero de choques eran con la policías, con la guardia, con los paramilitares, sin enfrentamientos con el ejército como tal, con las fuerzas de tierra, aire y mar.”
“Ahora tenemos ejército, pero vino el reflujo del movimiento de masas en las ciudades y quedamos sin su apoyo. En el ampo había una nueva calidad de movimiento de masas vinculado a la incorporación a la guerra, sin los cual no hubiéramos podido construir el ejército, ni sostenerlo.”
Y continua con el balance señalando que a la altura de 1987 “la dispersión de la vanguardia esta en lo fundamental terminada, el proceso unitario ha avanzado y se ha profundizado mucho; tenemos un ejército experimentado y de nuevo surgió un gran movimiento de masas en las ciudades vinculado a la guerra. Evidentemente nos acercamos a otra situación revolucionaria. Desde 1983 la Comandancia General (del FMLN) está planteando que vamos a una nueva situación revolucionaria madura y con todo el instrumental de lucha y guerra.”
Pero reconoce que “sigue pendiente una tarea en el terreno de masas, de concretar el instrumental: la construcción del Ejército Político de Masas de la revolución en las nuevas condiciones. En estas circunstancias no puede seguir aquel tipo de movimiento público que teníamos en los años 70. Por eso se ha trazado la línea para formar un movimiento clandestino, todo lo que se llama “la construcción del andamiaje clandestino…Este es el que está organizando la violencia de las masas y la radicalización de su pensamiento, de sus consignas revolucionarias y va a organizar la insurrección.”
Aclara que “no podemos encomendar esa tarea a las organizaciones gremiales, a la UNTS ni a los sindicatos. Estos tienen que defender su legalidad y pueden ir avanzando en las consignas revolucionarias, pero no pueden asumirlas todas, terminarán de hacerlo en los momentos ya maduros… Se necesita resolver bien esta tarea, con la idea de lanzar ese movimiento con “nombre y apellido.”Penando en un nombre, el cual estamos afinando podrá ser el Movimiento Popular Patriótico.” (Al final se adoptó el nombre de Movimiento Pan, Tierra, Trabajo, Libertad, MPTL.).
Por otra parte, Schafik refiere que “hemos entrado de acuerdo a las orientaciones de la Comandancia General del FMLN, en el periodo de preparación de la contraofensiva u ofensiva final de la guerra revolucionaria. En el terreno de masas y político deben resolverse las tareas de organización y además de la radicalización del movimiento, la elevación de la violencia revolucionaria de las masas.”
Esta comprende “la orientación para desconcentrar las fuerzas en 1985, pero en realidad ese esfuerzo empezó desde 1984 y en el año siguiente se consolidó. Una de las misiones que se dio a las fuerzas desconcentradas , a las unidades guerrilleras, aparte de sus misiones de combate, fue multiplicar los vínculos con las masas en sus respectivas zonas de operación y construir dos categorías de nuevas fuerzas: las milicias y la guerrilla secreta.”
Opina que “el movimiento de masas va en ascenso, las acciones militares se han intensificado, es probable que se precipiten los acontecimientos., hay que estar alerta. Esto exige de nosotros una intensificación de todos nuestros esfuerzos, en todos los terrenos; una cosa que no se pude perder de vista en ningún momento es la total combinación e integración de todos los aspectos de la estrategia y las formas de lucha.”
Asimismo explica que “la negociación de acuerdos sobre la guerra la veos como parte integrante de la estrategia de la revolución. ¿Por qué? Porque este es un instrumento para profundizar las contradicciones entre el bloque de las fuerzas enemigas. Profundizar la crisis entre los de “arriba”; es un instrumento para impulsar el trabajo por el Frente Patriótico o por la incorporación de nuevas alianzas, vinculándolas a la plataforma de integración de un gobierno de amplia participación, este también es un instrumento para enfrentar la intervención norteamericana.”
Aclara que “como estamos en el periodo de preparación de la contraofensiva, etapa en la cual en algún momento tendremos que abrir al mesa de negociaciones, nosotros lanzamos la propuesta de 18 puntos, que no solo tiene el propósito de influir en la coyuntura, de llegar a crearla, sino de ir sentando las posibilidades para abrir la mesa de negociaciones.”
Asegura Schafik en junio de 1987que “vamos hacia una situación revolucionaria madura en la que se pondrá como tarea inmediata, el problema de la toma del poder. Estamos preparándonos para ello. Tenemos una estrategia para la toma del poder, un plan de preparación de la contraofensiva y podemos decir que en esta nueva fase del proceso revolucionario, el factor subjetivo pasa a jugar un papel mucho más determinante que en todos los momentos anteriores, tanto en la generación de la situación revolucionaria como en el desenlace.”
Considera que “hemos logrado un mayor dominio en el método de ir creando coyunturas, un mayor control de todo el curso de los acontecimientos. Si, nosotros podemos crear coyunturas, pero no hay que verlo mecánicamente, esto no significa que de ahí en adelante toda la coyuntura que surja, será única y exclusivamente la que nosotros creemos. El proceso revolucionario y el de la situación revolucionaria es particular, es muy complejo, se desata una serie de factores que están fuera de control, nosotros debemos estar listos para aprovecharlos todos. Si logramos desarrollar esta destreza, estaremos asumiendo una gran capacidad para conducir todo el proceso revolucionaria y llevarlo a su victoria.”
Reflexiona que “en 1980 se estuvo haciendo esfuerzos para avanzar en la unificación, en la formación de un solo Partido. Sin embargo, el esfuerzo no estuvo enfocado en la elaboración de una sola concepción y un solo plan para las 5 organizaciones y partidos revolucionarios, sino se orientaba al terreno orgánico. Consumimos bastante esfuerzo y atención en medidas y pasos que tenían que ver con la integración de estructuras como de un organigrama. Esto llegó a tal extremo que nos distrajo de la problemática central de la revolución: en ese momento estaba planteada la cuestión del poder y ese factor incidió frustrando la posibilidad de resolverlo.”
Agrega que “yo no digo qu3 eso impidió resolver el problema del poder, pero fue un factor de distracción. A la luz de esa experiencia ahora se nos plantea el siguiente problema: estamos avanzando hacia la integración en un solo partido, pero al mismo tiempo está tomando velocidad la situación revolucionaria. Pueden precipitarse los acontecimientos, entonces ¿Qué ha de ser primero, la formación de un Partido unificado o la toma del poder?”
9. Sobre las fuerzas motrices de la revolución socialista
Considera Schafik que “otro problema que surge al elaborar la teoría es ¿Cuales son las clases sociales que han de construir el socialismo? Marx y Engels respondieron que es el proletariado. Pero ellos estaban observando las tendencias de desarrollo de la sociedad capitalista en Europa (cuna del capitalismo) y el lugar que ocupa el proletariado en el sistema de los medios de producción en el sistema político de la burguesía.”
Agrega que “la teoría científica inicialmente fue elaborada en Europa antes de que el capitalismo llegara a la fase del imperialismo. Todo el desarrollo del capitalismo a nivel mundial trajo cambios para la revolución. Marx y Engels pensaban que la revolución socialista iba a realizarse como una consecuencia del desarrollo social en los países europeos capitalistas más adelantados. Pero al crearse esta nueva situación, surgió la interrogante: ¿Dónde iba a realizarse la revolución socialista?”
“La historia la respondió de la manera siguiente: donde las contradicciones del sistema y la capacidad revolucionaria de las clases populares particularmente la clase obrera, fueran más altas. La vida ha venido demostrando que el primer escenario de la revolución socialista no han sido los capitalistas más desarrollados sino más bien los países capitalistas de mediano desarrollo. Sucesivamente después de triunfar la primera revolución socialista, surgió el sistema socialista y cambió la correlación de fuerzas, la revolución se desplazó a zonas más atrasadas.”
Confirma que “en la práctica no resultó así como enseñaba la teoría. Vino todo el replanteamiento del problema, llamando de otro modo al sujeto social. Los intereses de la clase obrera en esencia se corresponden con el socialismo. Desde el punto de visto histórico existe una identidad entre el sistema socialista y la clase social proletaria. Cuando decimos “histórica” hay que entenderlo en proyección histórica, pero la historia no es solo la proyección, la historia es ayer, hoy también, no solo es mañana. Entonces desde el punto de vista del desarrollo del proceso revolucionario, los sujetos sociales son las clases que participan.”
Asevera que “el proletariado industrial que es el clásico concepto de Marx, en países capitalistas atrasados tiene un peso bastante pequeño y junto con esto hay toda una serie de deformaciones del desarrollo capitalista. En comparación con el modelo central, tiene un gran desarrollo de servicios, puesto que una significante parte de las mercancías que se consumen, no se producen ahí, son importadas. En los países capitalistas centrales el volumen principal de las mercancías que se consumen, se producen ahí mismo, en los países atrasados no. Eso obliga a u desarrollo deforme del comercio y da origen a toda una variedad de servicios en los cuales trabaja una gran cantidad de personas por salario.”
Schafik se pregunta ¿Cómo tenemos nosotros que ver el sujeto social? Y responde que “es un conglomerado donde predominan los trabajadores, no estoy usando el concepto “proletarios” ni “obreros” hablo de los trabajadores, y dentro de estos la vanguardia debe prestarle una especial atención a la clase obrera. “
Agrega que “si vernos hacia el campo, este concepto avara sobre todo a la masa de trabajadores asalariados, peor además incluye a los campesinos con propiedad, entre los cuales hay una parte que por su situación en las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas pueden considerarse más como capas medias, que como obreros o proletarios. Todos estos sectores forman el conglomerado que responde más a la idea de pueblo que a la idea de clase.”
Se pregunta Schafik ¿cómo se asegura ir al socialismo si tenemos una concepción clasista peor la clase propia del socialismo no tiene el peso en medio de esa composición clasista, para conducir hasta allá? ¿Cómo se resuelve ese problema? Y responde que “con la vanguardia. La vanguardia es la portadora de esa garantía, es la que tiene la teoría, la ideología, y el programa de la construcción del socialismo. En países como el nuestro, con un nivel de desarrollo atrasado, a pesar de todas esas amalgamas, las cuales se forman en conglomerado de fuerzas sociales que realizan la revolución, la que está comprometida en la práctica con el socialismo, es la vanguardia.”
Apunta Schafik que “al hablar de la clase obrera aún de los países con más desarrollo, no hay que deificarla, ponerla en un altar, creer que por ser clase obrera ya son revolucionarios. Su tendencia natural es al reformismo, la demanda de reivindicaciones económicas y mejoras en las condiciones de trabajo. Por sí solo no puede dar más allá de un movimiento sindical y político reformista. La clase obrera puede jugar el papel de vanguardia revolucionaria solo si la teoría del socialismo científico se une al movimiento obrero, de lo contrario no hay papel revolucionario de la clase obrera.”
10. La situación revolucionaria y la revolución son un proceso objetivo.
En este apartado Schafik desarrolla el concepto de crisis de poder, el cual “es la lucha dentro del bloque de las fuerzas de poder que llega a un punto en el cual ya no es sostenible el reparto del poder tal como había venido ocurriendo y unos desplazan a otros; eso pude ocurrir sin que haya una situación revolucionaria. Es cierto que ese es un elemento de la situación revolucionaria, pero para que esta exista se necesitan otros elementos más, entonces puede haber sin que se diera lo anterior.”
Se pregunta Schafik ¿toda situación revolucionaria termina en revolución? Y responde “eso depende de la autoridad que tenga la vanguardia, del grado de organización y dirección frente a las masas. Por ejemplo, en Nicaragua hubo una situación revolucionaria madura en octubre de 1978 y los compañeros sandinistas la aprovecharon. La insurrección los sorprendió y desbordó las previsiones que ellos tenían, adoptaron rápidamente un plan y combinaron la acción militar con la insurrección.”
En el caso de El Salvador “era muy difícil que eso ocurriera en los años 80, porque el grado de organización de las masas, sobre todo de las masas revolucionarias más avanzadas, era muy grande de tal manera que tenían disciplina, no estaban al grado de espontaneidad. La espontaneidad es la acción no organizada. Aquí el nivel de espontaneidad estaba bastante reducido en comparación con la disciplina de las masas. Antes de lanzarse a la insurrección cada uno de los bloques de las fuerzas revolucionarias tenía que mirar a su Dirección y preguntarle: ¿estamos de acuerdo?”
Y continúa explicando que “por eso debíamos tener un acuerdo de las fuerzas revolucionarias para poder conducir un estallido en ese momento. El grado de organización también puede ser factor de bloqueo. Las masas organizadas tendrían que faltarle el respeto a toda su Dirección y decirles: “no les hacemos caso y vamos a hacer lo que queremos”. Y eso ya es más difícil. En Nicaragua no había ese grado de organización o control de la vanguardia sobre las masas.”
Estima Schafik que “al hablar de la situación revolucionaria nos referimos a un período más o menos breve, pero no tan corto como la crisis revolucionaria. Es un periodo que puede durar años, pero en algunos países en dependencia de las condiciones concretas puede mantenerse solo meses.”
“¿Qué es lo que permitido extenderla en el caso nuestro? La guerra popular revolucionaria. Si la revolución no triunfa y recibe una derrota se descabeza todo, es un golpe muy profundo, a raíz del cual se entra en un periodo de contrarrevolución también muy profundo y sólido. Termina la situación revolucionaria, aunque la crisis estructural continúa, a menos que la contrarrevolución ponga en práctica una serie de reformas que cambien el medio económico-social y el modelo del sistema.”
Considera Schafik en junio de 1987 que “la situación revolucionaria se ha prolongado. En 1980 la única posibilidad de triunfo de la revolución era alrededor de una insurrección. Contábamos con algunas unidades militares que podían hacer acciones armadas, pero no teníamos un ejército para hacer una gran ofensiva militar. Pero eso la posibilidad de hacer una revolución dependía de la insurrección principalmente. ¿Y qué pasó? La posibilidad de la insurrección en la capital y las ciudades principales se desvaneció, pero no desapareció la efervescencia de las masas en el resto del país. En caso contrario nosotros no podríamos haber consolidado la retaguardia”
Se pregunta Schafik ¿qué hubiera pasado si nosotros no nos hubiéramos lanzado a la ofensiva de enero de 1981 y no hubiéramos llevado a nuestras fuerzas al campo, al esfuerzo de construir el ejército y de consolidar la retaguardia? Y responde que “hubiera habido una tendencia a un mayor descenso, a un mayor reflujo de la situación revolucionaria. Este es un ejemplo de cómo la vanguardia ha influido en prolongar la situación revolucionaria, la cual dejó abierta la posibilidad de que volviera a resurgir el movimiento de masas también en los centros más desarrollados , en el centro de poder del enemigo, su retaguardia en las ciudades, en la capital.”
Concluye Schafik este largo taller sobre la situación revolucionaria asegurando que “es necesario rescatar al marxismo como guía para la acción y el análisis. Nos permite absorber la experiencia mundial de la revolución, en fin, nos ayuda a orientarnos en cuento a la dirección de los intereses más avanzados de la sociedad y los rumbos hacia dónde va el desarrollo. Pero es preciso hacer un esfuerzo para fortalecer la tendencia a no convertir el marxismo en una especie de “religión.”

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