Roque Dalton y la Guatemala feliz

Roque Dalton y la Guatemala feliz –

Por Lorenzo Sanchis

Las relaciones con Guatemala, los nexos que el poeta salvadoreño Roque Dalton tenía con el país de la “eterna primavera”, son una de las facetas menos indagadas en torno al escritor centroamericano que bregó por ámbitos ahora evocados que van desde Cuba, Checoslovaquia o Vietnam, por decir algo entre sus diferentes destinos y vivencias.

En Vietnam, por ejemplo, lo ubicaba su leyenda en una carta enviada al guatemalteco Arqueles Morales en 1973 (como también lo hizo en otra misiva al argentino Julio Cortázar…). El hoy Poeta meritísimo, con busto en la Universidad de El Salvador1, fue perseguido, condenado a muerte por la dictadura oligárquica y forzado a exiliarse varias veces. De tal manera que Roque, al igual que Nazim Hikmet, a quien conoció en la ahora desaparecida Unión Soviética, se puede definir como poeta del exilio. Hablar de Roque y Guatemala, en perspectiva, no es un simple ejercicio estilístico o intelectual. Roque tuvo a Guatemala en el corazón y en la mira en etapas importantes de su vida: en los años de 1950, desde la eclosión literaria y su filiación comunista, en la década de 1960 cuando maduraban las dudas del exilio, y luego al principio de la década de 1970, cuando se perfila la oportunidad de regresar a Centroamérica por medio de un proyecto político-militar alternativo. Guatemala, con otros jóvenes emparentados a su generación, lo atraen a acercarse a su literatura y a la revolución; Este acercamiento tiene también un nombre propio: Otto René Castillo, su alter ego. «Yo llegue a la revolución por la vía de la poesía», escribió en la dedicatoria de Taberna y otros lugares a “Jorge”, otro guatemalteco, con quien recibia entrenamiento militar en Cuba, en 1968.

Otto René, lanzas y letras

Ya se ha escrito al respecto de que Roque se refirió al papel de Otto René Castillo en el Círculo Literario Universitario (CLU), cuna de toda una generación creadora y crítica. Otto René Castillo sirvió de puente físico con los ideales de la revolución guatemalteca, logrando así abrir perspectivas literarias y conceptuales a la juventud del CLU. Al morir el dictador Castillo Armas, en 1957, Otto René volvió a Guatemala para seguir tanto en su compromiso militante, como cultural, colaborando con la revista Lanzas y letras, publicada entre 1958 y 1962 por la asociación estudiantil “El derecho”.

“Lanzas y letras, muy pronto, sobrepasó los límites que sus fundadores se habían planteado. Revista concebida originalmente como órgano cultural estudiantil, sus páginas fueron de inmediato invadidas por todas las voces del presente nacional y mundial, pasando a ser una fuente viva de inquietudes, sugerencias, preguntas, esbozos de respuestas. En Lanzas y letras aparecen los primeros balbuceos de auto-reconocimiento de la cultura guatemalteca revolucionaria después de los años de absoluto oscurantismo mercenario. La labor de esta publicación fue importantísima en esta etapa y trascendió hasta los países vecinos de América Central”.[2]

En Guatemala, Otto René Castillo mantuvo relaciones con el CLU y divulgó la vitalidad de la generación comprometida. Así fue que en mayo de 1959, miembros de Lanzas y letras fueron invitados a participar a un encuentro cultural en San Salvador. Ricardo Rosales Román, quien formaba parte de la delegación, se presentó en el lugar de la cita “en la calle 5 de Noviembre, enclavada en una fresca enramada y hogar en que Dalton vive con sus hijos y su esposa, rodeado de gran cantidad de libros”. De Roque, Rosales entonces solo sabía que era el entrañable amigo de Otto René con quien había recibido, por su poema compartido el premio Francisco Gavidia de 1956. “Cuando el poeta llegó (…) creímos conocerle ya de tiempo atrás. Habló de mi Patria con sin par alegría y de la admiración que le tiene a nuestro pueblo. Ese muchacho alto y blanco, con cara de niño mimado –-de niño bien se diría más clasístamente— que teníamos enfrente, ya lo sabíamos amigo de Guatemala y de su Revolución, pero no tan dueño de una pujante voz poética que con paso firme viniérase abriendo campo entre su propia generación”. [3]

La asociación estudiantil “El derecho” invitó a su vez a Roberto Armijo y a Roque Dalton a participar a una semana cultural en marzo de 1960. Al llegar al aeropuerto de la capital guatemalteca, los dos jóvenes poetas fueron arrestados por la policía. Armijo fue liberado, pero Dalton fue expulsado: la Secretaría de Comunicación de la Presidencia publicó un comunicado donde indicaba que “la presencia en Guatemala del señor don Roque Dalton García, se consideraba inadecuada debido a sus antecedentes políticos”.[4] El festival cultural fue anulado y varios actos de protesta fueron organizados, mientras en Nicaragua el presidente guatemalteco, Ydígoras Fuentes, inauguraba el 24 de marzo el Segundo Congreso Centroamericano Anticomunista. En mayo de 1960, Rafael Alberti escribía en Lanzas y letras: “La revolución cubana ha trascendido tanto que es imposible una agresión armada como la que se produjo en Guatemala. Contra Guatemala levantaron la bandera – mejor dicho, el pretexto— del anticomunismo (…) Las fuerzas que se oponen al avance de los pueblos tendrán que inventar otro, porque en nombre del anticomunismo se protege a Franco, a Trujillo, a todos los dictadores”.[5]

Guatemala Feliz

En enero de 1960, Miguel Ángel Asturias regresa a Guatemala tras cinco años de exilio. Concedió una de sus primeras entrevistas a la periodista Alaide Foppa, donde aborda la literatura latinoamericana. Evocaba también la nueva generación centroamericana y su deseo de interpretar la realidad de su país. Distingue ahí a tres excelentes jóvenes poetas: Arqueles Morales en Guatemala, Roque Dalton en El Salvador y Pompeyo Ramírez en Honduras.

En varias ocasiones será Roque Dalton quien hablará de Asturias y a veces lo interpelara. En febrero de 1965, El imparcial publica una entrevista de Roque Dalton, donde aborda las características de su generación literaria ligada a la realidad social de su país.[6] También contesta al periodista que le pregunta su opinión sobre la nominación de Asturias al Premio Nóbel. Dalton expresó su profundo desacuerdo con la eventualidad, arguyendo que un escritor de tal calidad no necesita tal recompensa, y tendría que demostrar el coraje de un Sartre, quien por razones políticas lo rechazó en 1964.

A pesar de todo, en 1966, Roque Dalton y Miguel Ángel Asturias aparecen juntos en una fotografía tomada en el barco Undine, de Alemania Democrática. Asturias aparece en el centro de la foto, mientras Dalton, con una boina puesta, lo escucha con aparente calma. Tal vez Asturias llegó a Europa en este año de 1966 para recibir el Premio Lenin por la Paz en Moscú. Tal premiación no suscitó los mismos comentarios reprobantes de su parte: En el contexto de la lucha, los intelectuales del continente reunidos en Cuba (Depestres, Benedetti, Fernández Retamar, etc) expresaron la necesidad de definirse políticamente, rechazando la supuesta neutralidad de la creación artística7.

En los meses que siguieron, una polémica mucho más violenta estalló cuando Asturias aceptó el puesto de embajador de la dictadura guatemalteca en París. Arqueles Morales y Roque Dalton reaccionaron violentamente contra este compromiso. Otto René Castillo estaba entonces a punto de unirse a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la sierra de las Minas. La decisión del Nóbel guatemalteco había sido discutida por el mismo Asturias con los cuadros del Partido Guatemalteco de Trabajo (PGT), quienes le aconsejaron aceptar el cargo para poder dar apoyo logístico al movimiento desde el exterior: Asturias se calló ante la desaprobación de los que respetaban su obra y creían en él.

Dalton gratificó a Asturias en un poema irónico:

“Guatemala feliz

Cada país tiene

el premio Nóbel que merece.”

Después de este episodio, parece que los dos autores no tuvieron la oportunidad o la voluntad de reencontrarse. La página fue definitivamente volteada.

Homenaje a la mala memoria

En 1964, el V Congreso del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) evocó la vía armada como lejana perspectiva, pero definió como tarea prioritaria reiniciar el trabajo de organización y de tareas políticas. Esta declaración significaba el abandono de los intentos de resistencia armada, en precedentes como los GAR o el FUAR. Tal como ocurría en el PGT guatemalteco, los cuadros herederos de la tradición soviética habían sostenido estos intentos armados con poco entusiasmo. En definitiva, prevalecía la opinón de que la participación del PC en la insurrección campesina e indígena de 1932, tanto como la figura de Farabundo Martí, llevaban los estigmas de “la enfermedad infantil del comunismo”. Respecto a la figura de Martí, Roque la había pacientemente redescubierto con el testimonio de Miguel Mármol en mayo de 1966, en Praga, ligando así la historia del PCS a la tradición insurreccional, con lo que además ponía a la luz la figura olvidada de Farabundo Martí.

En Checoslovaquia, Roque colabora en el Comité editorial de la Revista Internacional junto a un guatemalteco delegado del PGT, Fortuny, a quien había conocido en Cuba por intermedio de Manuel Galich, ex-ministro de educación del gobierno de Jacobo Arbenz. En sus memorias, Fortuny relata que Roque se interesaba mucho por la línea política del PGT, que había decidido utilizar todos los medios para enfrentar al gobierno… Y entonces aceptó la vía armada reclamada por los jóvenes del partido, creando una confrontación casi generacional en el partido.[8] En Europa, Dalton vuelve a encontrarse con dos militantes del PGT, sus amigos Otto René Castillo y Arqueles Morales, que estudian entonces en Alemania.

Entonces, las FAR de Guatemala vivían una profunda crisis. Luis Antonio Turcios Lima intentó reactivar la lucha contra la línea de tregua impuesta por el PGT. La muerte del líder guerrillero, en octubre de 1966, empeoró la situación y el aislamiento de las FAR. En este contexto político frágil, Otto René estaba a punto de ingresar al frente guerrillero en la sierra de las Minas, dirigido por César Montes. Fortuny escribe: “El hecho es que Roque cada día hacía la pregunta de ´¿Qué hacer en El Salvador?´ Cada vez más disgustado con su partido, que entonces, evidentemente, excluía la vía armada de su estrategia política y cada día más animado por lo que se suponía eran éxitos de las guerrillas latinoamericanas”.[9]

Aquí estuvieron dos chapines vergonazos revolucionarios…

A principios de 1967, la conferencia de la OLAS en Cuba, imprime una visión optimista del desarrollo de la lucha guerrillera en el continente. Roque sigue en contacto con militantes y representantes de varias organizaciones de liberación del continente, entre ellos varios guatemaltecos como César Montes (ex comandante de las FAR y luego de la RN salvadoreña y el Ministerio del Interior nicaragüense) Rolando Morán y otros jóvenes como Gustavo Porras10. Las dificultades políticas generadas por la contradicción con el PGT llevan a los guatemaltecos reunidos en la isla a formular un nuevo proyecto revolucionario. Pensaban necesario constituir una nueva organización; su denominación provisional fue Nueva Organización Revolucionaria de Combate (NORC).

Los testigos como César Montes o Gustavo Porras asocian a Roque Dalton al proyecto, no tanto como instigador, sino como presencia permanente a lo largo del desarrollo de la reflexión11. Otros centroamericanos son citados cuando se perfila este proyecto, como por ejemplo el nicaragüense Henry Ruiz. Los sandinistas, entonces refugiados en Cuba con Carlos Fonseca, analizan el fracaso de la guerrilla en Pancasán, en agosto de 1967, y tratan de recomponer el proyecto revolucionario tras la dura represión contra el FSLN. Parece ser que la compartimentación habitual entre las organizaciones revolucionarias centroamericanas fue echada de lado en esta etapa de reorganización. En esta fase, entre 1967 y 1968, Roque se integró a la preparación militar intensa del grupo, lo que lleva a pensar a algunos que Dalton se preparaba para ingresar al territorio guatemalteco con parte del grupo guerrillero cuando se estimara viables las bases del proyecto. En esta etapa de preparación, otros optan por subrayar la opinión de Roque, según la cual consideraba la propuesta del nicaragüense FSLN como “más sólida”. La conclusión en esta fase es que, probablemente, Roque visualizaba su futuro en el seno de una organización revolucionaria que optaría por la vía armada contra los partidos revolucionarios ortodoxos. En 1968, tal proyecto no se articulaba en El Salvador y Roque pensaría en optar por otro territorio centroamericano.

En este año de 1968, el panorama político del continente evolucionó de manera radical: un año después de la conferencia de la OLAS, el optimismo contagioso de los partidarios de la vía armada estaba fuertemente cuestionado. No se sabe si 1967 constituye una pausa o una inflexión definitiva del proyecto armado. En Guatemala, las FAR se pierden en los conflictos internos; Otto René Castillo, alter ego de Roque, es asesinado por los militares en marzo. Dalton escribirá la presentación de su Antología Poética publicada en Cuba y le dedicara Pobrecito poeta que era yo. En el poema Un Otto René Castillo del siglo pasado seguirá evocando a su hermano a través de la figura de Mateo Antonio Marure, independentista guatemalteco. En agosto, el FSLN sufre la desarticulación de la guerrilla de Pancasán y los pocos militantes de la organización enfrentan una dura represión. En fin, en octubre, el Che muere en Bolivia. Los comunistas ortodoxos van contando los puntos… ¿Cómo pretender todavía que la lucha armada permitirá conseguir la liberación del continente?, cuestionan.

Gustavo Porras recuerda las discusiones que sostenía con Roque Dalton en esta fase de intensos preparativos. Roque dudaba de las tesis foquistas y en eso estaba de acuerdo con el análisis de los guatemaltecos sobre estrategia de Guerra Prolongada. Frente a la ausencia de alternativas propuestas en El Salvador, Roque se alejaba momentáneamente del Pulgarcito, sin perder de vista que los ejemplos guatemaltecos o nicaragüenses más temprano que tarde demostrarían su viabilidad para los revolucionarios salvadoreños.

A mediados de 1968, Roque Dalton envió al Partido Comunista salvadoreño su renuncia oficial al partido por el cual había dado tanto. La decisión reflejaba el distanciamiento en el análisis y las alternativas propuestas para desarrollar el proyecto revolucionario en El Salvador. Por ahora, Roque piensa en su regreso a Centroamérica, tildado de “guevarista” o “pro-chino”, según los calificativos ortodoxos. Faltarían todavía cinco años en espera de un proyecto para entrever su regreso a Centroamérica. En la navidad de 1973, pasó la frontera y entró clandestino a El Salvador. Quiero imaginarme su ilusión y su media sonrisa pensando en el retorno hacia su amor de siempre, junto a “los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco mas de suerte…”

Lorenzo Sanchis, colaborador de “Raíces”, escribe desde Paris.

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[1] «Yo quisiera saber qué pudiera hacer uno para garantizar que a nadie se le ocurrirá construirnos una estatua conmemorativa una vez muerto», en Pobrecito Poeta… p.269.

[2] Testimonio de Roque Dalton, en Roberta Díaz Castillo, Las redes de la memoria, FLACSO, ed. Servipresa C.A. Guatemala, 1998, 366 p. p. 103-104.

[3] Ricardo Rosales Román, El itinerario de Roque Dalton, Lanzas y letras, num.24, Guatemala, abril de 1960.

[4] Ricardo Rosales Román, idem.

[5] Rafael Alberti, Lanzas y letras, num.25, Guatemala, mayo 1960.

[6] El imparcial, Guatemala, 20 de febrero de 1965: entrevista con el poeta Roque Dalton, los nuevos valores literarios de El Salvador.

[7] Lisandro Otero, Llover sobre mojado, editorial Planeta, México, 1998.

[8] Miguel Ángel Sandoval, Los años de la resistencia, editorial Óscar de León Palacios, Ciudad de Guatemala, 1998. p 66-67.

[9] Testimonio de Fortuny p. 309.

[10] Gustavo Porras, es el «Jorge» de la dedicatoria de Pobrecito poeta…

[11] Julio Cesar Macías: Mi camino, la guerrilla, editorial Planeta, México, 1999, y entrevista de Gustavo Porras en Ciudad de Guatemala, noviembre de 2002.

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